Hoy, como todos los domingos, vino mi abuelo de visita. Y entre unas cosas y otras, acabamos hablando de su infancia. Nacido en el 33, su niñez fue la primera época de la posguerra; y realmente, las historias que contó fueron historias llenas de picardía, y algo de mala leche (como él dijo, algo había que hacer). Me gustaron mucho, así que contaré algunas. Pierden mucho así escritas, sin ver a mi abuelo contándolas como si fueran ayer, pero voy a intentarlo. He de aclarar primero que se acuerda de toda cuanta persona conoció y todo cuanto hecho vivió, es un prodigio, pero yo no recuerdo ninguno de los nombres que me dijo así que me referiré a ellos como "alguien", "un amigo", etc.
Una ocasión, en la que fueron a robar pavías al huerto de alguien. Entraron él y un amigo, y vieron al dueño del huerto fumando sentado a 3 metros del árbol objetivo. Ni cortos ni perezosos, se arrastraron en silencio entre las coles, gateando sin hacer ruido. Se levantaron al lado del árbol, cogieron fruta en silencio y se marcharon. Ya de camino dice mi abuelo "Vamos por este camino, tiramos las mondas, y así piensa que fueron [otros chavales] los que le llevaron la fruta". Anochecía, y en tan ardua tarea se encontraban, cuando vieron sentados en el bosque al lado del camino a dos hombres. Lo que la picardía le dictó a mi abuelo fue ir corriendo hacia ellos y asustarlos (como digo, de noche, y casi sin luz). Con tan mala suerte que los dos tipos se levantaron y dieron la vuelta, uno con una linterna y el otro con un rifle, apuntándoles. Resultó que eran maquis, y después de pedirles los nombres a mi abuelo y al amigo, preguntarles el motivo por el que hicieran eso, y amenazarlos con que los buscarían en caso de que contasen algo, los dejaron marchar. Parte graciosa del asunto, fue lo que mi abuelo les dijo cuando le preguntaron qué hacían allí. Decidió que la honestidad era importante (ya había dado un nombre falso, así que no iba a mentir en todo); "Venimos de robar fruta en el huerto de [alguien]. Íbamos por el camino, y pensamos que vosotros estabais robando también, así que decidimos daros un susto. Pero el susto nos lo llevamos nosotros. "
Otra historia, de cuando decidió sacrificar la fruta por la diversión (y eso que era época de hambre, como bien dijo). Estaban el grupo de amigos, unos 6 o 7, y decidieron entrar a robar naranjas y manzanas al huerto de alguien. Mi abuelo, que es un líder nato, dirigía la operación: "Vosotros no os preocupéis, cogéis toda la fruta que podáis y luego repartimos". Total, todos a la tarea, y mi abuelo se acerca a la casa. Golpea la puerta despacito (para que no lo oyeran los amigos), y cuando sale el dueño de la finca le dice "Oiga señor [nombre], que hay ahí una banda de chavales llevándole la fruta". Mientras mi abuelo nos contaba esta historia, no podía dejar de reir. Y allá salió el dueño con un palo a perseguirlos. Pero la cosa no quedó ahí; mi abuelo vio que uno se escondía pegado a un seto, agachado, amparándose en la oscuridad, para que el dueño no lo viera. Así que cogió un palo, se asomó por detrás del seto, y lo dejó caer sobre los hombros del otro. Dice que salió como una chispa, derrapando con los zuecos, hacia la carretera.
Y finalmente una historia corta. De cómo la época era peligrosa. Un día (una noche, más bien), estaba mi abuelo en un campo, cerca de un camino, cuando vio que se acercaba un conocido (adulto). Así que mi abuelo decidió esconderse. Cuando pasó, se le acercó por detrás, le puso el dedo en la espalda, y le gritó "¡Alto!". El otro ni se atrevió a girarse, porque de haberlo hecho la historia acabaría con mi abuelo corriendo. "¿Qué hace usted aquí?" - "Yo estoy volviendo a mi casa" - "¿De donde viene usted?" - "De casa de mi madre, que la visito todos los días" - "Mire, esta vez voy a ser bueno, pero no se le ocurra a usted volver a pasar por este camino de noche, ¿estamos? Y ahora váyase". Y el infeliz echó a correr, y nunca más lo vio mi abuelo por aquel camino de noche.
Y bueno, contó muchas más historias, pero se alargaría este post demasiado. Era una época de picardía, como he dicho, y malicia. Mi abuelo corrió mucho en aquella época, robaron mucha fruta, e hicieron muchas trastadas (a veces, casi maldades). Pero me quedo con dos cosas: la infancia era difícil, pero la superaban sin problemas. Y mi abuelo tiene una memoria portentosa.
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